martes, 21 de octubre de 2025

GALLEGOS




El poder , en España,  siempre termina hablando gallego.
No es una metáfora, es estadística.
Franco, Fraga, Rajoy… y ahora Feijóo.
 Cuatro estaciones del mismo clima político.
La niebla como método de gobierno, la ambigüedad como ideología y la retranca como táctica parlamentaria.
España, que presume de centralismo, lleva un siglo gobernada por señores del norte que parecen no estar pero están en todo.
No gritan, no improvisan, no gesticulan.
Solo levantan una ceja y sueltan un “xa veremos” que suena a calma, pero significa: ya estás perdido, rapaz.
Durante los 40 años de su dictadura, Francisco Franco fue el primer gallego que entendió que el poder se ejerce sin explicarlo.
Su “Todo está atado y bien atado”,  fue la versión marcial del “depende” de Rajoy, solo que con más uniformes y menos sintaxis.
Gobernó a base de silencios, de pausas y de frases huecas que llenaban el miedo con autoridad.
El franquismo fue, en esencia, una larga niebla gallega sobre toda España.
El país no veía, no preguntaba,  y obedecía
Después vino Manuel Fraga Iribarne, que convirtió la transición en un spa ideológico
 Misma agua, distinto envoltorio.
Ministro con Franco, refundador con la democracia y presidente de la Xunta de  Galicia durante amplios años, Fraga representó el poder entendido como patrimonio personal.
Su oratoria era un arma de destrucción masiva, su volumen un método de dominación.
Su histórica frase " La calle es mía", define perfectamente su personalidad.
La autoridad no se discute, se sobrevive a ella.
Fraga no era solo un político, era una institución en movimiento, un huracán con reglamento
Y después de tanto ruido, llegó Mariano Rajoy, el gallego que perfeccionó el arte de la inercia.
Rajoy no gobernaba,  dejaba que el tiempo lo hiciera por él.
Su discurso no se entendía, porque no pretendía ser entendido.
Era una coreografía de subordinadas imposibles, un sudoku de la nada.
Pero detrás de ese balbuceo se escondía la vieja sabiduría galaica: 
No decir nada es la mejor forma de no equivocarse.
Rajoy elevó el “no pasa nada” a doctrina de Estado.
Y mientras todos esperaban decisiones, él esperaba que escampara
De Fraga a Rajoy ,  y de Rajoy a Alberto Núñez Feijóo, el linaje político gallego ha sabido conservar lo esencial
El arte de parecer sensato sin comprometerse con nada.
Feijóo ha hecho del “Yo no estaba, estaba en Galicia” una estrategia nacional.
Habla con tono de moderado, gesticula con calma y mira como si tuviera el BOE en el bolsillo.
Su mayor innovación es haber llevado la ambigüedad galaica a los platós de televisión.
Puede estar en la oposición, pero parecer que gobierna.
En eso, Feijóo es más gallego que la lluvia.
Entre tanto pragmatismo resignado, solo Castelao logró poner pensamiento en la ecuación.
Una de las figuras mas representativas de la cultura gallega, como ensayista, dramaturgo  y dibujante.
El único gallego que, en lugar de callar o mandar, dibujó al país para explicarlo.
“Os galegos non protestamos, pero tampouco calamos”, escribió.
Una frase que, si la hubiese dicho en el Congreso, se habría perdido entre risas condescendientes y una votación de investidura.
Castelao entendió que el humor era la última trinchera de la verdad.
Diputado en la Segunda República por el Partido Galleguista, tras la Guerra Civil, se exilio a Buenos Aires, donde falleció en 1950.
Y mientras tanto, en la otra orilla ideológica, Pedro Sánchez observó, aprendió y tomó nota.
De los gallegos no heredó el acento, pero sí el manual:
—Nunca cierres una puerta, aunque sea la del adversario.
—Promete todo, pero solo concreta lo que ya se ha olvidado.
—Y cuando te pregunten algo comprometido, sonríe y cambia de tema.
 Funciona desde Fraga.
Sánchez ha hecho de la ambigüedad un arte contemporáneo.
Ha comprendido que, en política, el “depende” gallego tiene una traducción madrileña muy eficaz
"No es no… salvo que sea sí”.
"No he mentido. He cambiado de opinión"
Quizá por eso sigue ahí
Porque, sin haber nacido en Galicia, gobierna como si lo hiciera desde la plaza del Obradoiro
Y aquí seguimos, en una España donde la política sigue oliendo a mar, a lluvia y a paciencia.
El país discute sobre bloques, identidades y consensos, pero el verdadero poder sigue viniendo del lado donde nunca se responde con claridad.
Franco impuso, Fraga ordenó, Rajoy esperó, Feijóo calcula y Sánchez improvisa con acento prestado.
Cinco estilos, una misma escuela
 La del control a través de la calma.
Ser gallego en política no es un accidente, es una estrategia evolutiva.
El resto del país vive de titulares,  ellos de silencios.
Y como buenos gallegos —de nacimiento o de imitación—, cuando les preguntan si gobiernan bien o no, responden lo único que saben decir con absoluta sinceridad:
“Depende.”

miércoles, 15 de octubre de 2025

ALICIA




La relectura de obras clásicas es una magnifica oportunidad para comprender la profundidad de su texto porque no hablan solo de su tiempo, sino de la condición humana. 
Alicia en el Pais de las Maravillas, la obra inmortal de Lewis Carroll es una de ellas. 
Detrás de su aparente historia infantil se esconde una parábola sobre el desconcierto, la pérdida de referencias y la búsqueda de identidad.
Más de siglo y medio después de su publicación, la España actual podría reconocerse en ese mismo espejo.
Un país que cae sin control por la madriguera del absurdo, tratando de mantener la cordura mientras el mundo que lo rodea cambia a una velocidad imposible de entender.
Alicia cae por el agujero del conejo sin saber a dónde va. No entiende las normas del nuevo mundo, las palabras cambian de sentido y las reglas se reinventan a cada paso. 
Hoy, los españoles vivimos algo parecido.
Nos movemos en una sociedad hiperconectada pero desorientada, en la que la información abunda pero la verdad escasea. Los discursos políticos se contradicen, las promesas se diluyen y las certezas se vuelven volátiles.
España parece atrapada en un bucleo de crisis: la económica, la institucional, la generacional.
 Cada una deja tras de sí un nuevo suelo que se desmorona, y la sensación colectiva es la de estar cayendo, sin saber si al final del túnel hay salida o más oscuridad.
 Como Alicia, intentamos mantener la compostura, repetir que todo “tiene sentido”, cuando en realidad sospechamos que nada lo tiene.
Carroll construyó un universo gobernado por la lógica del absurdo. Los personajes de su obra —el Sombrerero Loco, la Reina de Corazones, el Gato de Cheshire— representan un poder arbitrario, que exige obediencia sin coherencia.
 En ellos podemos ver un reflejo inquietante de nuestra propia realidad.
 Estructuras políticas que se perpetúan en el ruido, debates que giran en bucle, instituciones que se sostienen más en el espectáculo que en la razón.
En la España contemporánea, el sinsentido ha dejado de ser una anomalía para convertirse en sistema.
Se legisla a golpe de titular, se gobierna en modo campaña electoral permanente, y la ciudadanía se ve obligada a interpretar cada día un nuevo lenguaje
La desconfianza, la ironía y el cansancio se han instalado como actitudes de supervivencia.
 Y quizá, como en El Pais de las Maravillas, el problema no sea que todo esté al revés, sino que ya no recordamos cómo era cuando estaba al derecho.
Uno de los temas centrales de Alicia en el país de las maravillas es la identidad.
 Alicia cambia de tamaño, se confunde, se pregunta quién es. En la España actual, la pregunta es la misma, pero a escala colectiva: ¿quiénes somos? 
Entre la modernidad tecnológica y la nostalgia del pasado, entre la unidad y la diversidad, entre la globalización y la precariedad, el país busca un relato común que parece haberse evaporado.
Las generaciones más jóvenes, en particular, viven esa confusión en carne propia. 
Trabajan en condiciones inestables, habitan una cultura digital que no ofrece certezas y cargan con la frustración de haber heredado un país que les promete menos de lo que prometió a sus padres. 
Como Alicia, se mueven entre mundos que no comprenden del todo, tratando de encontrar un lugar propio en medio del caos.
El final del cuento es una invitación al despertar. 
Alicia abre los ojos y comprende que el viaje, por más extraño que haya sido, le ha servido para conocerse a sí misma.
Quizá el ciudadano necesite un gesto similar: un despertar cívico que rompa con la resignación y la costumbre del absurdo.
Despertar no significa negar la complejidad del presente, sino afrontarla con lucidez. 
Significa cuestionar la incoherencia cuando se disfraza de normalidad, exigir sentido a quienes nos gobiernan y recuperar la curiosidad que mueve a Alicia a seguir preguntando.
Porque si algo enseña Carroll es que la verdadera locura no está en quien duda, sino en quien acepta el sinsentido sin rechistar
Sus personajes caricaturescos nos recuerdan a los nuestros: líderes que gritan “¡que les corten la cabeza!” en versión mediática, debates que se agotan en el absurdo, ciudadanos que corren sin moverse del sitio.
Pero también nos recuerda algo más profundo: la capacidad humana de imaginar otros mundos posibles.
El reto de nuestro tiempo quizás sea aprender a mirar ese espejo sin miedo.
Pero tal vez descubramos que nuestro país no es un lugar del que escapar, sino de nuestra capacidad como ciudadanos para modificarlo.
Y entrar en nuestro propio agujero.
La urna.

domingo, 5 de octubre de 2025

FREEDONIA



Si los Hermanos Marx levantaran la cabeza y vieran la política española de hoy,  les tendrían que explicar si lo que acaban de ver es un pleno del Congreso o una escena descartada de "Sopa de Ganso."
Vivimos en un país donde los debates parlamentarios parecen escritos por los , en su dia,  guionistas de la filmografía de los Hermanos Marx y en el que cada rueda de prensa podría titularse "Una noche en la Moncloa"
Entre promesas que se olvidan más rápido que los nombres de los ministros de Cultura,  a uno solo le queda pensar que la política española se mueve bajo la máxima de Groucho.
“Estos son mis principios, pero si no le gustan… tengo otros.”
Los partidos se reúnen, negocian y se contradicen con la misma soltura que Chico tocando el piano.
Mucho ruido, mucho movimiento de manos, y al final nadie sabe qué melodía es.
Los discursos, eso sí, siguen una lógica puramente marxista (de los Hermanos, no de Karl). 
En España, la frase “La parte contratante de la primera parte…” se ha convertido en la fórmula mágica con la que cualquier partido justifica sus giros de guion.
Una coalición se rompe, otra se inventa, y la tercera se niega a existir aunque todos la vean.
Es como esa escena en que Groucho intenta colarse en un club privado: nadie le quiere dentro, pero al final acaba siendo presidente.
Por otro lado, la oposición ejerce con la seriedad de un payaso triste. 
Critican lo que ayer aplaudían y aplauden lo que mañana criticarán.
Harpo, que nunca decía una palabra, parecería hoy un parlamentario modelo.
Silencioso, expresivo y con un arpa en vez de un argumentario vacío.
Quizá el gran error de nuestra política es que intenta parecer seria. 
Si aceptáramos que todo esto es, en realidad, una comedia de enredos, sería mucho más fácil de soportar. 
Groucho lo resumía con ironía:
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.”
Mientras tanto, nosotros, los espectadores, seguimos pagando la entrada para ver la función. 
Y lo peor es que, como en las películas de los Hermanos Marx, lo que empieza como un lío termina siendo un lío todavía mayor… pero aquí sin orquesta final.
Se atribuye a Winston Churchill la frase "La política crea extraños compañeros de cama".
Como Puigdemont,  que , a caballo entre Waterloo y Vallespir,  nos recuerda a Harpo y su "¡ Y también dos huevos duros!
Y todos quieren entrar , al igual que en la mítica escena del camarote ( "Una noche en la opera " )  nadie cree que sobra y  hablan a la vez .
Y como si fuese un circo, se saltan principios, hacen malabares con las promesas y dan volteretas sobre los votantes.
Y al sufrido ciudadano, le queda pendiente la dura y futurible tarea , de saber a quien votar en las siguientes elecciones.
Adlai Stevenson, doble perdedor ante Eisenhower en las elecciones de 1952 y 1956 y que nunca llego a ser Presidente de EEUU, ante el comentario de un periodista que le dijo:
" Cualquiera que tenga dos dedos de frente, votara por usted", contestó con fina ironía:
" Si, con esos ya cuento. Pero tengo que convencer a la mayoría".
Pues, nada. Crucemos....los dedos.

lunes, 29 de septiembre de 2025

CONFUSION



 

Desde hace tiempo,se detecta una notable  confusión y preocupación en la ciudadania  resumida en una pregunta:
¿Hacia donde vamos? 
Clima agrio en en el Congreso, con permanentemente confrontación entre Gobierno y oposición, enfrentamientos en medios, redes sociales y una España aparentemente dividida en dos bloques, mientras los problemas persisten y sin aportación de soluciones.
Perdida de identidad del socialismo gobernante, izquierda y derecha fragmentada y el sector ciudadano denominado centrista, que suele ser el voto que decide el resultado de las elecciones, sin referentes.
La prensa internacional y distintos analistas europeos llevan tiempo señalando el desconcierto que genera un país que, tras haber sido ejemplo de transición democrática y modernización en la UE, parece hoy atrapado en debates internos que cuestionan su cohesión y su capacidad de liderazgo.
Desde fuera, uno de los aspectos más comentados es la dependencia del Gobierno central de los pactos con fuerzas independentistas. 
En capitales europeas, este fenómeno se interpreta con una mezcla de sorpresa y preocupación:
Por un lado, como un ejercicio de pragmatismo para mantener la gobernabilidad.
Por otro, como un signo de debilidad institucional que pone en entredicho la estabilidad del Estado.
En un contexto europeo marcado por la necesidad de unidad frente a desafíos globales —migración, seguridad, cambio climático, competitividad económica—, la fragmentación política de España genera dudas sobre su fortaleza como socio estratégico.
Otro punto recurrente en la mirada internacional es la pérdida de claridad ideológica en la izquierda española. 
Allí donde antes se veía un socialismo europeo capaz de liderar agendas de progreso y cohesión social, hoy se percibe un espacio desdibujado, dividido entre tensiones internas y contradicciones discursivas.
Esta imagen contrasta con la historia reciente de España, que en los años 80 y 90 fue reconocida como motor de modernización dentro de la Unión Europea.
La consecuencia es que, a ojos del exterior, España aparece como un país en transición permanente, más preocupado por resolver sus fracturas internas que por proyectar una estrategia clara hacia el futuro. 
Esto erosiona no solo la credibilidad política, sino también la confianza económica, al transmitir la idea de un Estado donde las decisiones dependen de equilibrios inestables y coyunturales.
Sin embargo, la percepción internacional no es del todo pesimista.
España sigue siendo vista como una democracia sólida, con instituciones capaces de resistir la presión y una sociedad civil activa que demanda cambios. 
La cuestión es si la clase política estará a la altura de ese potencial, reenfocando el debate hacia los grandes desafíos compartidos: crecimiento sostenible, justicia social, cohesión territorial y participación activa en el proyecto europeo.
En definitiva, desde fuera se observa con preocupación y, a la vez, con expectativa.
España aún tiene la capacidad de recuperar liderazgo y confianza, pero para ello necesita superar el cortoplacismo, redefinir su horizonte político y reafirmar un proyecto común que inspire tanto a sus ciudadanos como a sus socios internacionales.
La gran pregunta :
¿ Como y de que forma?
Yo no tengo la respuesta ni me considero capaz de darla.
Recuerdo una frase, atribuida a Von Bismarck y posiblemente apócrifa que, independientemente de su autoría, te hace reflexionar:
"España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos intentando autodestruirse y no lo ha conseguido"
Recuerdo que nuestros abuelos, ante situaciones complicadas recomendaban poner una vela a San Rita, patrona de lo imposible....según ellos.
O cambiar las velas....por los votos.




domingo, 21 de septiembre de 2025

MUERTOS



Cada día me despierto con las mismas terribles noticias.
Gaza arde, Ucrania resiste, y el mundo parece acostumbrarse a que la muerte se repita como un eco interminable.
 Las cifras de muertos se leen en los titulares como si fueran datos de mercado, y sin embargo detrás de cada número hay un rostro, una voz, una historia que se apagó.
No soy analista, ni político.
El 29 de noviembre de 1947, la ONU propuso la partición del  Mandato Británico de Palestina , en ese momento vigente, para su transformación en dos Estados, judío y árabe, con Jerusalén bajo un régimen internacional especial.
La no aceptación de dicha resolución, no vinculante, tantos años después, es el origen del conflicto. 
La consideración por parte de Putin, de que la posible integración de Ucrania en la OTAN, conllevaba un riesgo para su geopolítica, desató la invasión.
Soy simplemente un ciudadano que mira estas tragedias desde su casa y siente que algo en nosotros se está rompiendo. 
Cuando veo las imágenes de niños corriendo entre escombros, de madres llorando a sus hijos, de hambre y dolor , me pregunto en qué momento hemos dejado de sentir, hemos dejado de vivir, hemos dejado de ser humanos.
 Las autoridades hablan de operaciones militares, de victorias estratégicas, de daños colaterales, de geopolítica, de intereses económicos.
Escucho esas palabras y solo pienso en el vacío que esconden.
 Las guerras siguen su curso mientras las discusiones políticas se estancan.
 La humanidad, la compasión, parecen ausentes en las mesas donde se toman las decisiones.
 Escribo porque me niego a aceptar que la violencia sea el destino inevitable de nuestra especie. 
Creo en el poder de la gente común. 
En quienes ayudan sin cámaras ni micrófonos, en quienes rescatan, curan, alimentan.
 En quienes se niegan a odiar. 
 Tal vez no podamos detener las bombas ni reescribir tratados, pero podemos resistir de otra manera.
 Negándonos a normalizar la muerte, exigiendo que los líderes busquen soluciones que prioricen la vida sobre el poder, y manteniendo viva la indignación frente a la injusticia.
Y que esas soluciones lleguen, no solo para normalizar el presente sino para asegurar el futuro.
 Quiero pensar que todavía somos capaces de construir puentes en medio del dolor, de tender la mano en lugar de empuñar el arma. 
Confío en que, pese a todo, la humanidad tiene la fuerza de romper este ciclo.
 No en los despachos oficiales, sino en las calles, en las escuelas, en cada pequeño acto de empatía que hacemos cada día.
Si alguien lee estas líneas, que las lea como una invitación.
Una invitación a no rendirse, a seguir creyendo que otro mundo es posible.
Cada persona que muere en Gaza o en Ucrania es parte de nuestra gran familia humana.
No dejemos que el ruido de la guerra nos haga olvidar eso.
Porque si lo olvidamos, si lo asumimos, si lo obviamos.......
Es que, también estamos muertos.

 

martes, 29 de julio de 2025

EXODO






Y se inicia el éxodo. 
Como un rito pagano, las puertas de la cárcel urbana se abren temporalmente para permitir que, por unos días, el ciudadano goce de un merecido descanso, intente combatir la rutina y aislarse de sus problemas.
 Algunos lo conseguirán.
Otros, repetirán miméticamente el ritual veraniego en playas aglomeradas, ignoraran el entorno cultural que su temporal lugar de residencia les permitiría conocer, intentarán abordar la lectura de ese libro que deseaban leer, visitarán los beach club de moda de precios exorbitantes, con el inevitable selfie y harán falsas promesas de reciclaje personal y profesional cuando regresen a su punto de partida. 
Y acepto que, puntualmente, también he jugado en esa Liga.
El tiempo, la experiencia acumulada, quizás no sirva para mejorar tu inteligencia.
Pero si tu pensamiento.
He asumido, hace muchos años, que el deterioro físico es un proceso inevitable y natural, que no distingue clases sociales.
Pero si es posible mantener nuestro cerebro lúcido, abierto a nuevas experiencias, inquietudes y conocimientos.
Recientemente, le preguntaron a Clint Eastwood, cual era el secreto de su intensa carrera profesional en los últimos tiempos, a pesar de haber cumplido ya 95 años.
La respuesta fue admirable : "No dejar entrar al viejo en mi"
Mi reconocimiento para aquellos que buscarán calas tranquilas y salvajes, se proveerán de un buen pescado y lo cocinarán en unas brasas a la luz de las estrellas. 
Y tranquila, pausadamente, pensarán en lo que van a hacer y no en lo que desean hacer. 
Tacharan la resta, aumentarán la suma y seguirán haciendo su propio camino.
Que cada uno escoja libremente su ruta. 
Recuerdo haber leído hace tiempo una breve anécdota.
Un amigo, le preguntó a otro: "¿Tu tomas algo para ser feliz?
Y contestó : "Si, decisiones "
Sabia respuesta.
Buen viaje a todos.

lunes, 23 de junio de 2025

ENFRAÑOL

 


Los actuales planes de educación, incorporan el aprendizaje intensivo del inglés como base lógica para el estudiante.
Y, obviamente,  imprescindible para aquel que pueda y quiera integrarse en el mundo universitario, cara a la obtención de un título que facilite su futuro desarrollo profesional.
En el caso de las antiguas generaciones, el francés era el que estaba incorporado en dichos planes.
La teórica explicación es que se trataba del idioma más utilizado en diplomacia.
Y Francia , en aquel momento, era nuestro vecino más importante y  receptor de gran parte de nuestro comercio exterior.
 A nivel cultural, existía una gran influencia de la literatura francesa. 
En mi deambular habitual por redes, he visualizado la intervención del líder de Vox, Santiago Abascal , en un acto organizado por Marie Le Pen , líder de la extrema derecha francesa.
Abascal debió considerar que sería un bonito detalle utilizar el francés, como deferencia a su anfitriona.
Todavía no me he recuperado.
Por un momento, pensé que alguien con ganas de bromear, lo había creado con AI.
Supongo que, en los informativos de la televisión francesa, se habrá emitido con subtítulos.......
Me ha recordado a las películas españolas de los años 60, donde Jose Luis Lopez Vazquez o Alfredo Landa, intentaban ligarse a las turistas extranjeras que empezaban a llegar a nuestras playas, atraídas por el sol y los bajos precios.
Con una notable diferencia. Ellos si tenían gracia a pesar de lo elemental de su humor y guión.
Decía mi siempre admirado Groucho Marx:
" Mas vale permanecer callado y parecer tonto, que abrir la boca y confirmarlo"
Existen antecedentes de este tipo de situaciones, como el protagonizado por Ana Botella, con su ya famoso " relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor", tantas veces parodiado.
Aunque, para ser objetivo, nada comparable con el desastroso video.
Protagonizado por una persona que aspira a gobernar el país.
Y que al menos , permite de forma bastante útil, asomarse a su perfil real.
El conocimiento de idiomas debería ser un requisito imprescindible para toda aquella persona que quiera alcanzar un determinado nivel en política, tal como sucede en el ámbito laboral.
Y complementado con una previa y acreditada experiencia en el terreno profesional.
Aunque y aplicable a cualquier político, independientemente de su ideología y nivel lingüístico , lo que nos debería interesar o preocupar es el contenido de su mensaje.
No solo lo que dice, no solo lo que promete, sino caso de llegar al poder.....lo que hace.
Es legítima dicha aspìracion siempre y cuando el objetivo sea mejorar las condiciones sociales y laborales del ciudadano y obviamente dentro de un marco democrático.
Consciente de lo idealista de mi planteamiento, el incumplimiento de promesas electorales , salvo aquellas que,  por causas imprevisibles, derivadas de situaciones macroeconómicas globales , crisis o similares, debería provocar una nueva convocatoria electoral.
Todos sabemos que, en el terreno cotidiano, el incumplimiento de un contrato firmado entre dos partes da pie a una resolución del mismo.
Pero, claro.....esto es política.
Recupero, nuevamente, una de las frases míticas de Groucho:
"Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros"
Tan irónico como que Junts decida el dia a dia de un país, del cual dicen no formar parte.
O anunciando , recientemente, que no apoyará la reducción de jornada, al igual que PP y Vox, pero que se reincorpora al "bloque progresista".
Solo falta que, para la próxima edición de Eurovisión, volvamos a enviar a Rodolfo Chiquilicuatre.
España, camisa blanca de mi esperanza.....