Soy un apasionado de la comunicación en sus diferentes formas. Cine, televisión, música o literatura forman parte de mi día a día, personal o profesionalmente y nunca dejan de entusiasmarme.
Observar como utilizamos las personas nuestra capacidad de comunicación es fascinante y te hace reflexionar.
Cada uno tenemos diferentes maneras de practicarla.
Factores como timidez, seguridad o inseguridad, capacidad de expresión, nivel cultural, experiencias vividas tanto positivas como negativas etc. nos condicionan.
No siempre sabemos transmitir con claridad nuestra opinión, lo que realmente queremos decir.
Porque comunicar no es fácil. Tanto en lo profesional como en lo personal.
Y es sumamente importante hacerlo bien, si queremos enriquecer nuestras relaciones.
Cuantas veces un comentario mal expresado o mal entendido entre una pareja han provocado discusión, conflicto , reproche y enfado.
Como hecho aislado, no tiene mayor importancia. La reiteración constante de esa situación, puede llevar a problemas de convivencia y dificultades en la relación.
La utilización del lenguaje para ocultar realidades o inseguridades de todo tipo, intentando transmitir al de enfrente una imagen que no corresponde a la realidad, es algo bastante habitual.
Pero olvidamos una de las más expresivas formas de comunicación: el silencio.
Lo que podría interpretarse como un elemento pasivo puede ser una hermosa herramienta.
En su forma más elemental, sabiendo escuchar al otro.
Y de forma más sublime compartiéndolo, donde una simple mirada entre dos personas encierra el más hermoso de los diálogos.
Confieso que también lo practico.
A veces de forma indirecta, dejando de decir todo aquello que bulle en mi interior, que tambien es una forma de silencio.
A veces he pensado ... ¿ y si tuviese la facultad de poder leer el pensamiento ajeno?
Sin duda dispondría de un inmenso poder con el cual podría manejar fácilmente todo tipo de situaciones, tanto profesionales como privadas.
Pero también un tremendo castigo, al descubrir realidades que nunca hubiése imaginado.
Me conformo con seguir practicando esa comunicación con la mayor honestidad , transparencia y correción posible.
Afortunadamente, siempre hay una mano amiga que en caso de desvio te recordará cariñosamente que te equivocas.
Con una mirada , un comentario o un maravilloso silencio.
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