miércoles, 13 de diciembre de 2017

NAVIDAD




No creo ser la única persona a la cual la Navidad le provoca sentimientos encontrados.
Me encuentro desubicado entre esta vorágine de compras, aglomeraciones multitudinarias, regalos, invitaciones al buenismo e invasión de spots publicitarios.
Quizás porque en mi  memoria, quedan vestigios infantiles de otro modelo de Navidad.
No se si mejor o peor  pero, en mi lejano recuerdo,  más entrañable, más autentica.
Olor a castañas asadas, a veces la deseada nieve que embellecía puntualmente el entorno, ritmo más pausado, ruido de zambombas y villancicos, casi todo el mundo  montaba un pequeño Belen en el cual participaba toda la familia, ausencia de regalos porque ello quedaba reservado a la noche de Reyes....
Incluso para un agnóstico como yo, me merecía sincero respeto todo aquello que profundizaba en el carácter religioso de las fiestas , con honestidad y sinceridad.
Hoy tengo la sensación de que se ha transformado en un gran mercado consumista, con una excelente repercusión en la cuenta de resultados de las grandes superficies.
Hay menos humanidad y más superficialidad.
Conozco a muchísimas personas que, una vez traspasado el día de Reyes, confiesan su agotamiento por tanta celebración y la abultada factura que representa en su castigada cuenta corriente
Y sin embargo es un proceso aparentemente imparable.
Escribiendo estas líneas no puedo evitar preguntarme si el paso de los años me refuerza la vena nostálgica , que se suele resumir en la tópica frase de que “ cualquier tiempo pasado fue mejor”.
Honestamente , en mi caso no es cierto y me niego a caer en ese concepto desfasado.
Me hace recordar el título de uno de los múltiples libros publicados por ese peculiar personaje que fue José Luis de Villalonga, de amena lectura, que se titulaba “ La nostalgia es un error”. Y lo suscribo.
Prácticamente todas las jornadas de desarrollo personal a las que procuro acudir, sean tanto de inteligencia emocional, mindfullnes o coaching,  que me enriquecen y me ayudan a evolucionar, inciden en el disfrute del presente.
El tan mencionado Carpe Diem.
Estoy encantado de poder disfrutar de la evolución y modernización de la sociedad, con logros tecnológicos que hace unos años serían impensables.
Y siempre estaré abierto a nuevas tendencias y descubrimientos que sirvan para mejorar nuestro desarrollo como individuos.
Pero creo que no estaría mal reflexionar y actuar diferenciando el “hay que hacer” con el “quiero hacer”.
Particularmente, opino que es una bonita manera de defender nuestra individualidad y plena libertad, evitando que el implacable Sistema nos fagocite.
Aprovechando la mencionada tecnología, la cual me permite compartir estas líneas con los que, generosamente, las leen periódicamente quiero daros mis más sinceras gracias por vuestro apoyo y desearos todo lo mejor en vuestro devenir diario.
Desde el presente ....y sin nostalgia.





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