Se llama Lupe.
Tiene algo más de cuarenta años, no es muy alta, con un cabello entre castaño y rubio, que varia en función de sus experimentos estilísticos.
Aterrizó hace años en Europa, concretamente en Polonia , procedente de Bolivia su país natal, donde dejó a su madre, de ya avanzada edad, como tutora de sus dos hijos varones en aquellos momentos todavía adolescentes .
La barrera del idioma y el choque cultural de una sociedad como la polaca, la invitó a tomar nuevos vuelos y llegar a España.
Trabajadora incansable superó con dificultades los obstáculos para conseguir su tarjeta de residencia para, al menos , no tener que vivir con la angustia diaria de tener que ser expatriada.
Estira sus ingresos al máximo, para poder enviar algo de dinero a su familia , con el deseo de facilitar la educación de sus hijos y permitirles crear una base sólida para desarrollar su vida.
El Destino no ha sido precisamente generoso con ella.
Uno de sus hermanos fue asesinado, cuando conducía un modesto y viejo coche, como consecuencia de un atraco con violencia.
Otro de ellos, sufrió un accidente laboral, mientras trabajaba en una obra. Del golpe sufrido, falleció instantáneamente.
Al igual que en otras casas, acude a la mía dos veces a la semana, para ayudarme en las habituales tareas domésticas.
Y es un maravilloso ejemplo de vida.
Haga frío o calor, con lluvia o con sol, aparece por la puerta siempre con una sonrisa y buen humor, dispuesta a hacer lo mejor posible su trabajo .
Incluso cuando un inoportuno resfriado o cualquier otra molestia, perturban su día a día.
Sueña y ahorra, desde hace cinco años, para poder permitirse volver de vacaciones a su país( palabra mágica ,dado que durante todo ese tiempo nunca ha disfrutado de ellas) para poder abrazar a su madre e hijos , con los cuales y ayudada por la tecnología procura mantener contacto diario.
Es un excelente ejemplo de ese colectivo de personas anónimas que luchan diariamente para llevar adelante su vida, en condiciones que ninguno de nosotros desearíamos para nuestras personas más queridas.
Y es mi mejor terapia cuando, contagiado por nuestro egoísta día a día, pienso , erróneamente, que tengo un problema, una decepción o una frustración.
A estos héroes no los vemos en la gran pantalla, ni se crea merchandising para regalar a nuestros hijos.
Son anónimos y lo seguirán siendo.
Que sirvan estas líneas como modesto homenaje a todos ellos.
Y particularmente a ella.
Que sirvan estas líneas como modesto homenaje a todos ellos.
Y particularmente a ella.
Se llama Lupe y se merece todo mi respeto, cariño y admiración.
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