lunes, 20 de noviembre de 2017

SOÑAR







Siempre ha sido un soñador.
Cuantas veces he escuchado este comentario para definir a alguien.
Conmigo , tambien lo han hecho en su día.
Transcurridos muchos años, todavía sigo sin saber si es un elogio  o una crítica.
Normalmente se supone que es un halago, dirigido a esa persona idealista, romántica y creativa que rompe barreras, elimina prejuicios, deja rienda suelta a su imaginación y aspira a vivir en un mundo más justo, libre e igualitario.
Ese perfil de individuo , cuestiona lo establecido, no se deja llevar por la rutina e intenta llevar a cabo sus proyectos, por disparatados que le puedan aparecer a su entorno .
En esa misma línea positiva, se argumenta que la genialidad está asociada a ese perfil.
Pintores, arquitectos o escritores que han conseguido alcanzar ese umbral, se citan como ejemplo de lo necesario de ese rasgo, para  poder salir del camino  establecido.
Sigmund Freud , en su obra “ La interpretación de los sueños”, identifica tres tipos de sueño :
- El que representa sin inhibiciones un deseo no reprimido, que en la vida cotidiana está pobremente insatisfecho.
- Aquel que representa de forma encubierta o simbólica un deseo reprimido.
- Y por último el que tambien representa un deseo reprimido, pero que se muestra poco o nada encubierto.
Su periódica lectura , seguramente por incapacidad mía, no me ha ayudado a esclarecer aquellos que soy capaz de recordar.
Puede que sea la razón por la cual, esporádicamente, no logro conciliar el sueño hasta avanzada la madrugada, a pesar de mis esfuerzos.
Aunque percibo que en ese desglose freudiano, está la clave.
Y posiblemente es una mezcla de los tres conceptos.
Cuando iniciamos nuestro periplo vital, consciente o inconscientemente, existen objetivos en nuestro interior que deseamos ver plasmados.
La mayor o menor facilidad de ese recorrido, nos ha hecho creer, puntualmente, que lo hemos conseguido.
Transcurrido el tiempo, al asomarte a tu paisaje cotidiano, te das cuenta de que no ha sido así .
 O al menos no como tu hubieses deseado.
Posiblemente, mi lado pragmático es el que provoca esa dificultad para conciliar el deseado descanso, ante el temor de que no  me transporte a esa  realidad que anhelo.
O al contrario, que si lo consiga,  pero tenga que volver a   mi amanecer , mi despertar, mi realidad.
Y llegas al nuevo reto: seguir o no soñando.
Tienes que tomar partido, como en tantos otros aspectos de la vida.
Y he decidido que quiero, necesito, deseo..... seguir soñando.
Lo contrario, sería traicionarme a mi mismo, autoengañarme, modificar voluntariamente mi personalidad.
Y lo haré en la confianza de que el impredecible destino coquetee conmigo, me guiñe un ojo y me conceda, aunque sea puntualmente,  un pequeño espacio de hermosa realidad.
Seguire esperando, seguire soñando.
Hasta que ese sueño se convierta en eterno.


















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