martes, 21 de febrero de 2012

BUENOS DIAS, PRESIDENTE



Sr. Presidente:
Soy consciente de  que  mi única acreditación es ser uno más de los ciudadanos que habitan este país.
Y me siento orgulloso de esa definición : CIUDADANO
Permitame ..... perdón , rectifico:
Mi concepto de ciudadanía no implica que nadie me tenga que permitir nada.
Simplemente  ejerzo  mi libertad de expresión,  con  suma corrección.
Continuo.......
 Mi reflexión personal, a medida que se acercaba la fecha de las ultimas Elecciones Generales era que, independientemente de ideologías propias,  sería bueno para el Estado y sus habitantes,  una alternancia política, venga de donde venga, si con ello se conseguía remontar la lamentable situación en la cual los grandes grupos económicos, verdaderos artífices y controladores del Sistema  y  como siempre insaciables en su voracidad, nos habían dejado.
A pesar de mi natural desconfianza hacia la mal llamada clase política, producto de muchas horas de lectura, tanto de libros de Historia como de archivos o hemerotecas, me parecía honesto por mi parte dar un margen de confianza a los nuevos equipos de Gobierno, sabiendo de antemano que las correcciones no se podía producir de forma rápida y milagrosa.
Dichos procesos de reforma han comenzado, tanto en lo laboral como en el sector financiero, bajo una aparente consigna de austeridad y control.
El mensaje político se resume de forma coloquial en :
" Vamos , con la ayuda de todos, a apretarnos el cinturón.  Se rectificara lo mal hecho,  llegarán tiempos mejores y en algún momento podremos recoger los frutos".
Independientemente de que los resultados son una incógnita, incluso para ustedes, aunque no lo reconozcan y que el tiempo dará la contestación, hay un aspecto que me hace dudar, no solo de la oportunidad de las medidas,  sino de su credibilidad política.
Alguien que no sabe o no quiere atender un clamor popular, expresado de múltiples formas, que reclama una reforma profunda del Estado y sus instituciones, cuyos errores  tienen un claro y enorme reflejo sobre las cuentas públicas, o es un cínico, o es un incompetente o es un deshonesto políticamente hablando.
El "café para todos" que se inicio durante la Transición con el reconocimiento autonómico de los llamados territorios históricos y que se fue ampliando al resto, ha creado un despropósito de Juntas, Diputaciones, Cajas politizadas, inversiones públicas disparatadas, despilfarro y corrupción.
Si a ello unimos instituciones obsoletas como el Senado,  que se ha convertido en el pesebre donde se cobijan todos aquellos personajes que deciden  los Partidos aparcar, el caos es general.
Multitud de Empresas públicas, regidas por incompetentes, de sueldo millonario y resultados nefastos, no hacen más que empeorar la situación.
No es tan complicado,  Señor Presidente.
 Actúe y piense  como CIUDADANO , olvidese de prebendas, pactos ocultos e intereses partidistas.
Si quiere pasar a la Historia como aquella persona que consiguió sanear una nación y devolverle su profundo espíritu democrático: ACTUE.
Si no es así se incorporara a la enorme lista de personajes que han priorizado sus intereses personales antes que los políticos.
O lo que es peor a la larga lista de COBARDES que han pasado por nuestra Historia.


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