Puede ser que seas una persona sumamente afortunada y no necesitas cambios en tu vida.
Si es así, enhorabuena.
O puede ser que los evites , dado que tu carácter es conformista y los cambios te asustan.
Algo perfectamente respetable, dado que cada uno es dueño de su vida.
Han transcurrido casi tres meses desde que tomé la decisión, en parte obligada, de cambiar no solo de domicilio sino de ruta.
Todavía ha transcurrido muy poco tiempo , como para evaluarla.
Las primeras impresiones, a pesar de un arranque poco afortunado, son positivas.
Utilizando un ejemplo gráfico, es algo parecido a reanudar ese siempre necesario ejercicio físico, después de un período de pereza y carencia del mismo.
Como bien saben los que han pasado por ese proceso, al principio cuesta.
Solucionados los aspectos prácticos relativos a una mudanza, tu paisaje habitual cambia.
Y no solo en lo geográfico.
Es volver a generar un circulo social adecuado, encontrar elementos de interés en tu día a día, descubrir nuevos espacios y convivir en una comunidad, donde la lengua mayoritaria, como en la mayoría de los enclaves turísticos, es el ingles, a pesar de estar en mi amado Sur.
En contrapartida , un clima suave, naturaleza, tranquilidad y silencio, dado que me encuentro en una zona alejada del bullicio urbano, aunque a escasos kilómetros del mar.
El resto, no muy diferente de lo vivido anteriormente, aunque alejado de amigos y familia.
Y esto último, es el verdadero reto.
Siempre recuerdo una frase que, en su día, me hizo reflexionar:
“La soledad es un buen sitio para ir de visita, pero no para quedarse a vivir”
Como todo principio, discutible.
Siempre puede haber personas que desearían disfrutar de la libertad que yo poseo, sin renunciar a lo positivo de la convivencia.
Y no me refiero , exclusivamente, a la de pareja.
La de poder tomar decisiones sin ataduras laborales, familiares o afectivas.
Quienes bien me conocen, me han escuchado decir innumerables veces que, se puede tener de todo en la vida, pero no todo al mismo tiempo.
En mi caso, así ha ocurrido en el transcurso de mi vida, tanto en lo económico, como en lo afectivo.
Y por tanto, hay que saber gestionar todo ello , independientemente de las circunstancias puntuales.
Algo así como construir tu propio edificio, aunque no dispongas de todos los materiales que desearías.
Y es ahí donde puedes conocer si eres o no un buen arquitecto de tu vida.
Quizás, alguno de los que tienen la generosidad de seguir este blog, se encuentra ante esa disyuntiva.
Y lógicamente, le provoca dudas e inquietud.Su situación no le satisface, pero considera que le faltan fuerzas, no es el momento apropiado o es demasiado tarde para cambiar.
No soy quien para dar consejos y menos a personas que no conozco personalmente.
Pero, si eres aficionado a viajar, habrás sentido el placer de descubrir nuevos paisajes y experiencias, que, en tu vuelta a casa, te habrán dejado hermosos recuerdos.
Y las ganas de volver, tarde o temprano, a “navegar”.
Porque, finalmente, en eso consiste nuestra vida, incluso para aquellos que no les gusta cambiar.
Si voluntaria o involuntariamente, te encuentras en esa situación, disfrutalo y aprende de la experiencia.
Y como buen navegante, deja atrás tormentas o naufragios, mira al siempre impredecible horizonte y confía en encontrar el puerto adecuado.
Aunque el poeta griego, Kavafis, en su inmortal “Viaje a Itaca”, nos recuerda :
“ Cuando emprendas tu viaje a Itaca, pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias"
Porque, como siempre han sabido los grandes viajeros, es más importante el trayecto , que llegar al destino escogido.
Para todos , que tengáis buen viento y buena mar en vuestro recorrido.
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