martes, 7 de febrero de 2017

MALA SUERTE





Llegó jadeando a la terminal . Cuando se acercó al mostrador de embarque, su vuelo  ya estaba cerrado.
Maldiciendo, se dirigió al mostrador de la compañía para intentar encontrar otro vuelo.
Una amable señorita le informó que el billete adquirido no permitía cambios, al tratarse de una tarifa económica.
 Independientemente de ello, hasta el día siguiente no salía ningún otro hacia su punto de destino.
Sabiendo de antemano que cualquier otra opción en línea regular le supondría un coste exorbitante, opto por comprar otro nuevo billete y alojarse en un hotel cercano al aeropuerto. 
El razonable precio de la habitación  le permitiría compensar , al menos, la diferencia de tarifa.
Arrastrando su troley, tomo el autobús que le dejaba en las inmediaciones del hotel.
Ya en su habitación, tomo una ducha, deshizo parcialmente el equipaje y pidió algo ligero al servicio de habitaciones.
Al cabo de unos minutos, un ligero golpe en la puerta le aviso de su llegada.
Terminado su refrigerio, encendió el televisor y zapeo en busca de algo distraído que le permitiese conciliar el sueño.
Una hora después, harto de banalidades y anuncios, lo apagó.
Enchufo su tableta, donde tenía almacenados varios libros de su interés.
Intento concretarse en la tarea pero, al cabo de un rato, desesperado, fué consciente de que no recordaba ni una sola de las líneas que, aparentemente, había leído.
Poco a poco empezó a quedarse adormilado pero, de repente , el ruido de una sirena le sobresaltó.
Al cabo de unos minutos, una llamada en su puerta le hizo dirigirse hacia ella. Abrio y una persona, con uniforme del hotel, le informó de que debía abandonar la habitación urgentemente, al igual que el resto de clientes, por amenaza de incendio.
Desconcertado, se puso una chaqueta de lana encima y en zapatillas, descendió a la recepción donde se arremolinaba un numeroso grupo de personas.
Un vigilante de seguridad les pidió salir al exterior, como medida preventiva.
Tiritando con el frío de la noche, le invadió el desánimo.
y pensó que siempre había sido una persona con mala suerte. 
Un trabajo mediocre, varias relaciones fallidas , un matrimonio que hacía un año se había ido a pique, problemas económicos derivados de ello, un  minúsculo estudio cuyo alquiler alcanzaba difícilmente a pagar, un coche de segunda mano que le provocaba más averías que utilidad......
Ese era el balance de sus actuales cuarenta años.
Mala suerte...siempre la mala suerte.
Al cabo de una hora, el personal les aviso de que solo había sido un pequeño foco y que podían acceder a sus habitaciones.
Agotado, se tumbo en la cama y casi amaneciendo , cayo en un profundo sueño.
El sonido de la alarma del móvil le despertó sobresaltado.
Al cabo de unos minutos y después de pagar su cuenta, retomó el camino al aeropuerto.
Se dirigió al mostrador de embarque, donde una empleada le comunico que su vuelo ya había despegado una hora antes.
Estupefacto pidió explicaciones y en ese momento se percató que ese día coincidía con el  cambio oficial de horario y  por tanto existía una hora de retraso con la que marcaba su reloj.
Se desplomó en uno de los asientos de la terminal ocultando sus lagrimas de desesperación.
Respirando agitadamente, pensó que no solo era mala suerte. Era gafe y lo seguiría siendo toda su vida.
Agotado, se quedo adormilado durante un buen rato.
Cuando se despertó , con un intenso dolor de cabeza, caminó hacia la cafetería más cercana. Pidió un café doble.
Mientras, deprimido, apuraba el último sorbo de su taza,  el sonido de una  televisión cercana llamó su atención.
En la pantalla el presentador establecía conexión urgente con el Aeropuerto de Orly. 
A pie de pista, un reportero informaba que el vuelo procedente de Madrid, con salida a las 8 h. había sufrido una explosión en uno de sus motores y se había estrellado, pasado los Pirineos. Las primeras noticias confirmaban que no había supervivientes.
¡ Su vuelo!.
Todavía impactado, se dirigió hacia la parada de taxis.
Mientras esperaba su turno, una sonrisa se dibujó en su cara.
Y pensó:  ¡ Conque mala suerte, eh ! 
Al dirigirse hacia el taxi, resbaló  en el mojado suelo y su maleta se deslizo sobre el pavimento.
Lo último que escucho fue un fuerte crujido, cuando su cabeza golpeó contra uno de los postes metálicos que bordeaban la zona.
Mientras la ambulancia le transportaba hacia el hospital más próximo , un pensamiento le invadió ......
¿ Mala suerte.....o buena suerte?.












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