Cuenta atrás para las próximas Elecciones Generales.
Es el momento en que el ciudadano medio valora la acción de Gobierno realizada durante el último período y en función de ella aprueba o rechaza su gestión.
En función de los datos aportados por empresas especializadas en sondeos y estructura social, las tendencias de voto y resumiéndolo de forma simplificada, se divide en dos partes:
Voto progresista y voto conservador.
Más o menos repartido en dos amplias mitades.
A ello se suma un amplio número de votantes indecisos, que podríamos denominar centristas, donde su voto se modifica en función de la gestión realizada y que, normalmente, decide el resultado de las elecciones.
Y que, una vez decidido su voto, sea cual sea su elección, no perdona pactos posteriores que distorsionan su decisión.
Los votantes del PSOE que lo hicieron en su momento, no esperaban encontrarse con un pacto de gobierno posterior con partidos que no comparten su ideario social demócrata ni el respeto a nuestra Constitución.
Ese mismo dilema se le presenta al PP, si se ve obligado, caso de victoria electoral, a pactar con VOX y por ello, en todas sus intervenciones, reclaman el llamado voto útil, para su acción de gobierno.
Tengo demasiadas canas, demasiados libros leídos, demasiados desengaños, demasiados errores, demasiados fracasos, demasiados caminos recorridos , como para recuperar el fervor juvenil que me provocó mi primera votación.
A estas alturas de mi vida, solo necesito hechos, necesito realidades.
Necesito ciudadanos.
Con los pies en la tierra, escuchando y presenciando las deficiencias, la falta de trabajo, las necesidades de mejoras en los diferentes sectores, la pobreza de los comedores sociales, las dificultades de vivienda digna, los sueldos tercermundistas de las nuevas generaciones.
Necesito calle y no poltrona.
Y todo ello gestionado por los mejores profesionales en cada campo, las mentes brillantes que existen en nuestro país, los más capacitados, los de mayor conciencia social, los de mayor sentido de Estado.
Y evidentemente, correctamente remunerados pero con los mínimos privilegios.
Solo aquellos que estén plenamente justificados para el desarrollo de su función.
Con transparencia informativa, con cifras reales, con ahorro presupuestario en las diferentes partidas necesarias para hacer funcionar la maquinaria.
Este no es un texto ideológico, no es un texto partidista.
Lo escribiría igual, sea quien sea que ocupe el poder.
Gestionen y gobiernen, pensando en nosotros, no en sus ambiciones.
Sean ustedes verdaderos ciudadanos que, no olvidemos que de forma voluntaria, ocupan puestos pagados con nuestros impuestos, para conseguir la mejor cuenta de resultados de esa gran empresa llamada España.
Y recuerden que el Congreso es nuestra cámara de representación y obviamente de discrepancia, pero para buscar soluciones.
No un frente de guerra.
No tengo nada en contra de quien, honestamente, ha decidido dedicar su vida a la política.
Y estoy convencido de que, en las diferentes formaciones existen personas honestas que ejercen su función, no como un empleo sino como un deseo de mejorar el país.
Pero, no hagan buena la conocida frase de mi admirado Groucho Marx:
" La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados".