viernes, 28 de agosto de 2020

PEREZA

Pereza....
Quien no ha experimentado pereza.
Muchas veces física o , lo que es peor, mental.
En ocasiones motivada por la rutina personal o laboral, por la ausencia de estímulos puntuales , por la constante repetición de noticias negativas, por el hartazgo ante luchas políticas mientras el país se desmorona, por la ineficacia en la gestión de nuestros grandes problemas, por anteponer el conservar el poder antes que practicar la coherencia.
Todos la tenemos.
Algunos lo reconocen, muchos la ignoran.
Porque es mucho más fácil ignorar que analizarse, dejarse llevar que conducir, ser rebaño y no individuo, dejar de luchar por miedo al reto, no crear y si creer....aunque sepas que es mentira, rendirse que pelear, ceder y no ser libre.
Confieso que también caigo en la pereza.
Y últimamente, sumergido en esta situación de riesgo colectivo y ayudado por la relativa calma estival, la he practicado.
Ese no es el peligro.
No ocurre nada por asumir que somos humanos y por tanto imperfectos.
El riesgo es que dicha pereza se convierta en un hábito, en una modificación de tu mente y de tu alma, en un acomodamiento aburguesado.
Y llega un día en el cual, imperceptiblemente, te has anulado. 
Has comenzado a ser parte de ese enorme colectivo impregnado de fatalismo, de aceptación, de sumisión.
Has perdido el único bien que nadie te puede arrebatar: Tu libertad de pensamiento. Y por tanto, tu libertad como individuo.
La diferencia entre unas y otras personas es parecido a la buena música.
Donde unos solo encuentran ruido, tu encuentras placer.
Y basta que alguien te susurre al oído una hermosa canción, para que tu espíritu se reconforte con la melodía.
Y yo soy afortunado. 
Porque, sin saber como ni porque, sin buscarlo, sin esforzarme , encuentro una voz que me hace reflexionar y me uno a ella.
No tengo un nombre para definirla.
Puede ser orgullo, dignidad, exigencia o simplemente congruencia.
Porque nacer es solo un hecho puntual.
El como hacer camino, depende de ti.
Y quiero finalizar mi simbólico viaje a Itaca de pie, no arrodillado.
Libre.



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