Y te veo sentada en la barra del bar, apurando tu segunda copa.
Me llega tu tristeza al corazón como si fuese mía.
Intuyo que es profunda , que llega de tu alma.
Conozco esa mirada.... yo también la he tenido.
Pero recuerda, no hay hombre que merezca una sola lagrima de una mujer como tu.
El tiempo será tu mejor aliado, tu mejor amigo.
Y un día, te levantaras fuerte, viva y ansiosa de recorrer caminos.
Y nunca sabrás que en el otro extremo del bar, un anónimo y desconocido ser humano supo recoger tu sentimiento.
Sin tener la valentía de abrir una puerta, que podría haber sido la definitiva para los dos.
( Texto improvisado en una mañana de otoño)