Entre dos aguas es la canción que encumbró al genial e inmortal Paco de Lucía.
Metáfora perfectamente valida para nuestro recorrido vital.
Es la lucha permanente entre el querer y el poder, entre el deseo y la realidad, entre el sueño y el despertar.
Entre lo que tenemos y lo que queremos.
El hecho en si no tiene nada de negativo ni perjudicial, si se sabe gestionar.
Pero existe una enorme diferencia entre el legítimo objetivo de realizar los esfuerzos necesarios para modificar una situación o traspasar esa sutil y peligrosa barrera que se convierte en frustración.
La sociedad no ayuda precisamente a ello.
Frontal o subliminalmente, todo te incita a alcanzar metas ambiciosas que, normalmente , toman como referencia lo material.
La publicidad que invita a participar en juegos de azar como la Primitiva, Euromillon u ONCE, explota ese aspecto de forma continua.
Como no recordar , entre muchos otros, el eslogan “ No tenemos sueños baratos”.
No voy a caer en la demagogia de decir que yo no juego esporádicamente en alguno de ellos, sobre todo cuando se anuncian botes espectaculares, con cifras inalcanzables para un ciudadano normal.
Por mucha racionalidad que uno practique y la casi nula probabilidad estadística de que te pueda tocar, el pequeño desembolso a efectuar te lleva al ...¿porque no?.
Y es normal, somos humanos.
Una cálida jornada entre buenos amigos, alrededor de un buen vino, música acogedora, un pequeño cante espontáneo, risas, charla y conversación inteligente que se prolonga hasta la madrugada, te recuerda en que consiste la verdadera riqueza de la vida.
Lo que en ese momento te rodea, no se puede comprar en ningún sitio, no está al alcance de cualquiera.
Es un regalo, un lujo, algo que te llena y te completa , te reconcilia con el, a veces, complicado día a día.
Y cuando, al día siguiente, lo recuerdas sabes que eres una persona afortunada.
Y esperas con impaciencia que, en breve plazo, se vuelva a repetir.
Tener dinero es agradable, ayuda, soluciona muchos problemas.
Pero no hay persona más pobre que el que no tiene amigos.
Amigos.....de verdad.
Va por ellos.
Una cálida jornada entre buenos amigos, alrededor de un buen vino, música acogedora, un pequeño cante espontáneo, risas, charla y conversación inteligente que se prolonga hasta la madrugada, te recuerda en que consiste la verdadera riqueza de la vida.
Lo que en ese momento te rodea, no se puede comprar en ningún sitio, no está al alcance de cualquiera.
Es un regalo, un lujo, algo que te llena y te completa , te reconcilia con el, a veces, complicado día a día.
Y cuando, al día siguiente, lo recuerdas sabes que eres una persona afortunada.
Y esperas con impaciencia que, en breve plazo, se vuelva a repetir.
Tener dinero es agradable, ayuda, soluciona muchos problemas.
Pero no hay persona más pobre que el que no tiene amigos.
Amigos.....de verdad.
Va por ellos.