domingo, 4 de octubre de 2020

TSUNAMI

 



Y llegó el tsunami sanitario y económico.
Nadie se ha librado, desde las grandes potencias a los países más subdesarrollados.
No existe la menor duda de que habrá un antes y un después  en nuestra historia  hasta poder alcanzar, como mínimo, un tratamiento efectivo y en un plazo indeterminado la ansiada vacuna.
Y ante el problema, la reacción.
Reacción que, ante una catástrofe de alcance mundial, permite medir la capacidad de gestión de cada Gobierno, de cada país.
En el nuestro , la ciudadanía ha reaccionado  de forma ejemplar , asumiendo  el cumplimiento de las medidas adoptadas, con aisladas excepciones procedentes del ocio nocturno y población juvenil, erróneamente creyentes de una supuesta inmunidad.
A nivel de gestión el Gobierno ha sido arrollado por la ola.
Falta de equipamiento sanitario, descoordinación, falta de transparencia,  desinformación, estadísticas manipuladas, escasez de personal.
Y todo ello dirigido y gestionado por un Ministro de Sanidad, con nula formación al respecto y un supuesto comité de expertos aparentemente inexistente.
Y con Ministerios ocupados por personas cuyo único mérito profesional es el de reparto de poder y cuota, tal como sucede con el Ministro Illa.
Motivos más que sobrados para que la oposición haya sacado toda la artillería, pero   con nulos resultados para la resolución del problema, tal como crítica The Economist en un reciente artículo, publicación poco sospechosa en cuanto a su línea editorial.
El resultado de todo ello:  el dudoso honor de ocupar el primer puesto del ranking europeo como epicentro de la pandemia.
Y el ciudadano asiste asombrado a una ceremonia donde está ausente la solidaridad, el esfuerzo común y la coherencia para la resolución, al menos parcial, del problema.
Nadie quiere reconocer sus errores, presentes o pasados.
Incluso se percibe un aire de arrogancia por parte del Presidente Sanchez, cuya línea ideológica es cuestionada incluso por prominentes integrantes de anteriores Gobiernos socialistas. 
Con solamente asomarse a la bendita videoteca, se pueden comprobar las innumerables contradicciones , falta de coherencia y afirmaciones posteriormente incumplidas. 

Y lo deseable, posiblemente útopico, sería olvidar  momentáneamente  esa lucha por el poder y retomar el concepto de Estado, aunque solo sea por respeto a los miles de compatriotas fallecidos.
No es el momento de profundizar en otros aspectos de estrategia política, derivada de pactos con partidos a los que la palabra España les produce escalofríos o las críticas dentro del propio Gobierno a nuestras instituciones.
Siempre he repetido lo mismo. Nuestra Constitución procede de un pacto de Estado y es la que nos rige.
Si alguien desea cambiarla, que sea mediante un plebiscito y por vía parlamentaria. Las urnas son las que decidirán, libremente, el apoyo o rechazo a dicha estrategia.
Pero mientras ,  continúan las muertes y el enfermo está grave , mientras los cirujanos políticos  han abandonado el quirófano y practican la esgrima.
Y,  porque no decirlo, ante la pasividad colectiva del país, solo alterada por opiniones aisladas en redes sociales.
Puedo asegurar que estas líneas intentan ser objetivas, independientemente de mi pensamiento ideológico. 
Y rechazo que se me califique en uno u otro bando, tal como se estila últimamente.
Soy un ciudadano libre, al menos en mi pensamiento , y nunca voy a renunciar a ello. Nadie me tiene que decir lo que debo pensar u opinar.
Deseo equivocarme, pero creo que estas líneas no van a gustar a nadie, ni van a provocar likes de aprobación o comentarios de apoyo.
No me importa. Soy consciente de que siguen existiendo las dos Españas.
Pero a mi y en este duro momento, solo me importan mis compatriotas.
Desgraciadamente, me viene a la memoria un proverbio africano:
"Cuando los elefantes luchan, quién sufre es la hierba"
España, camisa blanca de mi esperanza......








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